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Hay algo de lo que tenemos que conversar

Cuando comencé mi proceso de certificación como Coach Ontológico, hace 8 años, una de las frases que primero se grabó en mi cabeza fue: “Las empresas son redes de conversaciones”. Esa expresión, tan simple, pero tan sensible, dibujó en mi cabeza una especie de cuadro, una imagen viva donde cada persona aporta una hebra para construir un entramado rico y diverso. 
Luego de eso, la vida me ha dado la oportunidad de acompañar a personas y empresas en distintos procesos de consultoría y coaching, donde pude observar el poder que tienen las conversaciones. Aquellas que se tienen, aquellas que se postergan y aquellas que no se quieren tener.
Conversar viene del latín conversari que significa “cambiar, girar en compañía”. En una conversación cambiamos juntos. De ahí su importancia en todo orden de relaciones interpersonales, especialmente cuando una organización quiere avanzar desde un estado a otro.
Rafael Echeverría, en su libro Ontología del Lenguaje, nos plantea: “En la comunicación, no se da el hablar sin el escuchar y viceversa. Cuando el hablar y el escuchar están interactuando juntos, estamos en presencia de una «conversación». Una conversación, en consecuencia, es la danza que tiene lugar entre el hablar y el escuchar, y entre el escuchar y el hablar”.
¿Y qué pasa si no podemos comunicarnos? ¿Qué pasa cuando en las organizaciones no se generan espacios de diálogo? ¿O cuándo esos espacios no permiten disentir o aportar nuevas miradas? Nos estamos perdiendo la
oportunidad de cambiar, girar y bailar con el otro. Perdemos aprendizajes y perspectivas.

Si bien hablar suena como algo fácil e intrínseco a nuestro ser social, la realidad nos muestra que, para tener buenas conversaciones y generar esa danza de la que habla Echeverría, debe haber confianza, elemento clave para una buena comunicación.

De manera simple, la confianza es la posibilidad de construir un futuro juntos.
En las empresas modernas -donde se busca relaciones horizontales y donde el liderazgo está lejos de ser aquella imagen del jefe que asusta- generar altos niveles de confianza es fundamental para tejer redes de conversaciones, lograr las metas de la organización y contar con personas más seguras y felices, ya que se generan espacios donde se pueden desplegar sus talentos individuales y grupales.
Entonces, dado el momento que hoy vivimos, en un entorno cada vez más cambiante e impredecible, con nuevas posibilidades en la forma de trabajar, es fundamental preguntarnos cómo construimos esos espacios de confianza, seguros y conocidos para los trabajadores. Esos espacios donde cada uno siente la libertad para opinar, disentir y también mostrarse vulnerable. Espacios donde las conversaciones nos lleven a lograr nuestros desafíos corporativos y también personales.

Hoy, las empresas tienen la gran oportunidad de abrir nuevas conversaciones y compartir la responsabilidad de generar estos espacios con los líderes y trabajadores. Sin embargo, ¿Cómo hacerlo en épocas de teletrabajo?
¿De qué manera escuchamos el cuerpo, la mirada o el sentir del otro si tenemos una pantalla de por medio? ¿Se puede generar empatía si en las reuniones no nos miramos a los ojos? ¿Cómo volver a tener conversaciones de pasillo, cuando esos espacios ya no están?
Seguiremos reflexionando acerca de estas nuevas posibilidades, viendo dónde están las oportunidades para abrir esas nuevas conversaciones y así generar aquellos espacios en el lugar donde más estamos en nuestro día a día, nuestro trabajo.

María Paz Oyarzún Montalva

Socia - Gerente General

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