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En el mundo laboral, nos pagan por conversar

En el mundo laboral, nos pagan por conversar

—¿Para qué les pagan a ustedes en su empresa? —
Esa fue la pregunta que hizo mi coach la primera vez que participé en un taller de líderes. En ese momento, muchos contestamos que el sueldo correspondía
simplemente a lo que producíamos en el día a día, a partir de las metas u objetivos de la empresa. Pero esa respuesta no era tan simple.

—No, a ustedes les pagan por conversar —
Para entender por qué nos pagan por conversar en el trabajo, debemos analizar a las empresas desde una mirada sistémica. Para Spedding, la característica
principal que define a un sistema es su capacidad de “reaccionar como un todo al recibir un estímulo dirigido a cualquiera de sus partes”. Para que esto suceda, es
necesario que esas partes tengan relaciones y conexiones. En una empresa, cuya estructura está compuesta por personas, esa forma de vincularse es justamente a través de las conversaciones.
Según Humberto Maturana, la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestras conversaciones. Si esto lo extrapolamos al mundo laboral, podemos
pensar: ¿Cómo es la calidad de mis conversaciones en el trabajo? y, por tanto, ¿Cómo es mi calidad de vida en ese espacio? Para entender los diálogos que estamos teniendo, el sociólogo y doctor en filosofía, Rafael Echeverría, hizo una clasificación que vale la pena revisar:

• Conversaciones de sentido: Definimos para dónde vamos y dónde queremos llegar. Es la conversación acerca del sentido de nuestro trabajo, el propósito de la empresa y del equipo.

• Conversaciones de diseño: Planteamos el cómo vamos a hacer las cosas, cuál es el mapa de ruta y cómo haremos para llegar a nuestros objetivos.

 

Conversaciones de coordinación de acciones: Es la conversación que nos permite ejecutar nuestro plan: quién, dónde y cuándo.

Conversaciones de evaluación: Evaluamos cómo lo hicimos, cuál es la retroalimentación y vemos los posibles aprendizajes, obstáculos y damos
feedback a la implementación de nuestro diseño.

Conversación de conversaciones: Esta es una instancia que las empresas habitualmente pasan por alto. Se trata de la conversación que revisa el cómo nos estamos comunicando, cómo estamos escuchando y cómo estamos conversando entre las personas, los equipos y con los distintos steakholders de nuestro negocio.

El ser consciente de nuestra forma de comunicarnos permite diseñar conversaciones con sentido, donde se ponen en común los intereses y perspectivas de quienes componen un equipo.

En tiempos de trabajo a distancia, existe un gran desafío para sostener y mejorar nuestras conversaciones. ¿Cómo hacerlo? El primer paso para lograrlo es serconscientes de su valor y verlas como parte del trabajo.

Un segundo paso es aprovechar adecuadamente los momentos comunicacionales. Por ejemplo, dejar para la presencialidad las conversaciones de sentido, con el objetivo de aprovechar los momentos en que el equipo se reúne físicamente en el espacio laboral.

Asimismo, el teletrabajo puede ser un buen momento para tener conversaciones de coordinación de acciones, lo que nos ayudará a promover una reunión online
más participativa, donde entre todos, y usando distintas herramientas tecnológicas, podemos ir diseñando el quién, cómo y cuándo de determinado proyecto.

Así, la calidad de nuestras vidas depende también de la forma cómo estamos dialogando en el ámbito laboral. Enamorémonos de las conversaciones y de todas
esas miles de oportunidades que ellas nos abren en la vida.

 

María Paz Oyarzún Montalva

Socia - Gerente General

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Hay algo de lo que tenemos que conversar…

Hay algo de lo que tenemos que conversar

Cuando comencé mi proceso de certificación como Coach Ontológico, hace 8 años, una de las frases que primero se grabó en mi cabeza fue: “Las empresas son redes de conversaciones”. Esa expresión, tan simple, pero tan sensible, dibujó en mi cabeza una especie de cuadro, una imagen viva donde cada persona aporta una hebra para construir un entramado rico y diverso. 
Luego de eso, la vida me ha dado la oportunidad de acompañar a personas y empresas en distintos procesos de consultoría y coaching, donde pude observar el poder que tienen las conversaciones. Aquellas que se tienen, aquellas que se postergan y aquellas que no se quieren tener.
Conversar viene del latín conversari que significa “cambiar, girar en compañía”. En una conversación cambiamos juntos. De ahí su importancia en todo orden de relaciones interpersonales, especialmente cuando una organización quiere avanzar desde un estado a otro.
Rafael Echeverría, en su libro Ontología del Lenguaje, nos plantea: “En la comunicación, no se da el hablar sin el escuchar y viceversa. Cuando el hablar y el escuchar están interactuando juntos, estamos en presencia de una «conversación». Una conversación, en consecuencia, es la danza que tiene lugar entre el hablar y el escuchar, y entre el escuchar y el hablar”.
¿Y qué pasa si no podemos comunicarnos? ¿Qué pasa cuando en las organizaciones no se generan espacios de diálogo? ¿O cuándo esos espacios no permiten disentir o aportar nuevas miradas? Nos estamos perdiendo la
oportunidad de cambiar, girar y bailar con el otro. Perdemos aprendizajes y perspectivas.

Si bien hablar suena como algo fácil e intrínseco a nuestro ser social, la realidad nos muestra que, para tener buenas conversaciones y generar esa danza de la que habla Echeverría, debe haber confianza, elemento clave para una buena comunicación.

De manera simple, la confianza es la posibilidad de construir un futuro juntos.
En las empresas modernas -donde se busca relaciones horizontales y donde el liderazgo está lejos de ser aquella imagen del jefe que asusta- generar altos niveles de confianza es fundamental para tejer redes de conversaciones, lograr las metas de la organización y contar con personas más seguras y felices, ya que se generan espacios donde se pueden desplegar sus talentos individuales y grupales.
Entonces, dado el momento que hoy vivimos, en un entorno cada vez más cambiante e impredecible, con nuevas posibilidades en la forma de trabajar, es fundamental preguntarnos cómo construimos esos espacios de confianza, seguros y conocidos para los trabajadores. Esos espacios donde cada uno siente la libertad para opinar, disentir y también mostrarse vulnerable. Espacios donde las conversaciones nos lleven a lograr nuestros desafíos corporativos y también personales.

Hoy, las empresas tienen la gran oportunidad de abrir nuevas conversaciones y compartir la responsabilidad de generar estos espacios con los líderes y trabajadores. Sin embargo, ¿Cómo hacerlo en épocas de teletrabajo?
¿De qué manera escuchamos el cuerpo, la mirada o el sentir del otro si tenemos una pantalla de por medio? ¿Se puede generar empatía si en las reuniones no nos miramos a los ojos? ¿Cómo volver a tener conversaciones de pasillo, cuando esos espacios ya no están?
Seguiremos reflexionando acerca de estas nuevas posibilidades, viendo dónde están las oportunidades para abrir esas nuevas conversaciones y así generar aquellos espacios en el lugar donde más estamos en nuestro día a día, nuestro trabajo.

María Paz Oyarzún Montalva

Socia - Gerente General